Benzodiacepina es el nombre de una clase de medicamentos muy empleados contra la ansiedad y el insomnio. Producen también relajación muscular y amnesia, y tienen efecto anticonvulsivo. Puede que hayas oido mencionar muchas veces las marcas de una serie de fármacos de esta clase: Valium, Rivotril, Tafil, Rohypnol, Lexotán, Ativán... Las primeras benzodiacepinas salieron al mercado hace unos 60 años. Poco a poco sustituyeron a los barbitúricos, que se empleaban durante la primera mitad del S.XX para tratar el insomnio y son mucho más tóxicos en sobredosis. En comparación, las benzodiacepinas parecían inofensivas. Pasaron veinte años antes de que se hicieran evidentes las consecuencias del uso continuo de estos medicamentos sobre el estado de ánimo y la cognición, y lo difícil que es dejarlos cuando se ha desarrollado tolerancia y dependencia.
Los efectos tras las primeras dosis tienen también sus inconvenientes. Si comienzo a tomar una benzodiacepina para aliviar mi insomnio, caeré dormida muy pronto pero puede que las primeras horas después de despertar sean lentas y desabridas, y tal vez no me atraigan igual que siempre las cosas que me gustan. Se me escapan los detalles de lo que hice, y me lleva más tiempo aprender nuevas destrezas.
¿Vale la pena, tomar una sustancia que le quita brillo a la vida?
Como cualquier otro medicamento, las benzodiacepinas tienen efectos benéficos y efectos indeseables. Los médicos los sopesamos en cada caso antes de prescribirlas. Por ejemplo, si tienes 40 años y tu insomnio proviene de la angustia que sufres porque dentro de 3 días te harán una biopsia por sospecha de cáncer, ese adormecimiento de las sensaciones y emociones es lo que necesitas. En cuanto pase el momento difícil podrás dejar el medicamento: no has desarrollado dependencia, y no te hará falta si lo interrumpes.
En cambio, si tienes 70 años y duermes mal porque te duelen los huesos, la benzodiacepina no es una buena opción. Te hará dormir, sí. Pero si te levantas por la noche, el riesgo de caer será mucho mayor porque tus músculos estarán relajados y tus reflejos serán más lentos. Además, a tu edad el hígado trabaja más despacio y el medicamento tenderá a acumularse en el cuerpo si sigues tomándolo indefinidamente. Tu memoria empeorará notablemente y perderás interés en tu entorno. No podrás percibir tus emociones y regularlas como antes, y tal vez te vuelvas irritable y pesimista. Hasta puede que tu familia sospeche que sufres una depresión grave o una demencia.
Cuando han pasado varios meses, se vuelve necesario consumir una dosis mayor para lograr el mismo efecto, porque el cuerpo responde a la presencia continua del medicamento con una serie de compensaciones que tienden a restablecer su estado original. Este fenómeno se llama tolerancia. Ocurre con los efectos sobre el sueño y la motricidad, pero muy poco con la memoria y la cognición. Por eso, la tableta que tomas cada noche ya no te ayuda a dormir como antes, pero sí te vuelve olvidadiza y lenta de pensamiento.
Llegado este punto no es posible dejar el fármaco sin que regresen la ansiedad y el insomnio. En ciertos casos, según la dosis y el tipo de benzodiacepina empleados, pueden aparecer aparecer síntomas de abstinencia como pesadillas, tensión muscular, ansiedad, irritabilidad, hipersensibilidad al ruido o a la luz, despersonalización, sensaciones de que el suelo se mueve o las paredes se inclinan, incluso alucinaciones semejantes a las del delirium tremens alcohólico y convulsiones.
En personas que siguen consumiendo estos fármacos por años, la tolerancia llega a tal grado que los síntomas de abstinencia surgen entre una toma y la siguiente. La solución no es aumentar la dosis, sino abandonar poco a poco el uso de la benzodiacepina, a lo largo de varios meses.
Ahora que conocemos las consecuencias del uso a largo plazo de las benzodiacepinas, no recomendamos su uso más allá de unas cuantas semanas - idealmente, dos (aunque en ciertos casos se justifica prescribirlas por más tiempo). Si tienes el hábito de tomar un medicamento de esta clase y quieres dejarlo, pide consejo a tu médico.