La depresión aparece cuando no logramos adaptarnos al estrés crónico. El estrés puede deberse a muchas causas: sobrecarga de trabajo y falta de sueño, situaciones de maltrato y violencia, el peligro de perder el empleo o la vivienda, una relación amorosa que va mal, la muerte de un ser querido… El denominador común es la amenaza a la integridad física y moral de la persona, o de su círculo más cercano.
La manera en que cada persona responde a situaciones de estrés está determinada por una serie de factores. Algunos te ponen en riesgo de caer en depresión, otros te protegen. Entre los factores de riesgo más importantes están:
- Una carga genética que predisponga a la depresión.
- El haber sufrido abandono o maltrato en los primeros años de vida.
- Ciertos hábitos de pensamiento negativos, que dificultan la adaptación a nuevas circunstancias y la búsqueda de amistades y pareja.
- Hábitos como el sedentarismo, la adicción a sustancias y la mala alimentación, que atacan la salud física y arruinan la capacidad de responder al estrés.
En cambio, la actividad física, el sueño reparador y la buena alimentación hacen posible a tu cuerpo resistir mejor el estrés, y te protegen así de caer en depresión.
Para saber más…
Sentirse triste no es lo mismo que estar deprimido. Para conocer las diferencias entre tristeza y depresión, puedes consultar este post.
Para conocer cómo el abandono y maltrato en los primeros años de vida propician la depresión, puedes consultar este post.